Aunque parezca cosa de niños, las pesadillas forman parte de nuestros sueños desde el día de nuestro nacimiento hasta que envejecemos. No aparecen cada noche, pero nos acompañan durante toda una vida. Dientes caídos, alguien nos persigue, nos caemos de un rascacielos… “Calma, se trata sólo de una pesadilla”, nos repetimos en cada ocasión.
Pero, ¿y si no fuera sólo eso? ¿Qué significan las pesadillas? ¿Por qué aparecen en nuestros sueños algunas noches sí, y otras no? ¿Qué las atrae? Según apunta Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño, en el diario El País, representan “un ensueño cargado de ansiedad”. “Sueños tenemos todos a diario, pero los adultos ocasionalmente tenemos pesadillas, y a continuación un despertar con el impacto cognitivo de lo soñado, aunque sepamos que no es cierto”, añade.
Los datos que ha presentado recientemente la American Academy of Sleep Medicine (AASM), son claros: al menos un 4% de la población experimenta una pesadilla una vez al mes. Y no sólo eso: uno de cada cuatro menores de cinco años ha tenido pesadillas en el último trimestre. Hasta los 11 años de edad, los porcentajes rondan el 20%.
¿Qué podemos hacer para evitarlas? En primer lugar, no mirar películas de terror por la noche, antes de acostarse. Y tampoco series policíacas y de crímenes, que pueden crear un clima tenso y desviar la mente hacia pensamientos que den miedo. En segundo lugar, es imprescindible seguir una rutina concreta del sueño y renovar los hábitos. Acostarse pronto es fundamental, pues las personas que se meten tarde en la cama tienen más posibilidades de sufrir pesadillas por la acumulación de cansancio. Así lo demostró una investigación publicada en la revista Sleep and Biological Rhythms.
