¿Por qué nos despertamos por la noche?

¿Por qué nos despertamos por la noche?

Después de un día ajetreado en el trabajo, un paseo hasta casa, una cena ligera y quizás un par de capítulos de nuestra serie favorita, llegar a la cama es una de las sensaciones que mayor satisfacción genera. Caes rendido, compruebas tus redes sociales o disfrutas de unas páginas de un buen libro, y sientes que el sueño te invade poco a poco. Y te dejas invadir por él.

Pero al cabo de unas pocas horas, sin saber muy bien por qué, nos despertamos. Estos períodos de vigilia pueden durar sólo unos minutos o prolongarse durante horas, llegando a resultar muy molestos y haciendo que nos despertemos la mañana siguiente sintiéndonos ya cansados, y con ganas de volver a poder tirarnos en la cama.

Nuestro cuerpo no esta diseñado para dormir del tirón toda la noche

Las personas están acostumbradas a lo que se conoce como el “sueño segmentado”. Este reloj biológico natural nos hace tender a dormir unas cuatro horas, despertar durante una o dos, para luego dormirnos de nuevo otras cuatro hasta despertar de forma definitiva. Durante estos períodos, el cerebro genera una hormona, la prolactina, que promueve la relajación. Estos ciclos de vigilia son fruto del proceso evolutivo, por lo que deberíamos permitirnos el lujo de seguirlos tal y como son, respetando las necesidades de nuestro cuerpo. No obstante, nosotros hemos pasado olímpicamente de nuestra fisiología, decidiendo que vamos a dormir ocho horas seguidas y punto.

Mucha gente entra en pánico en estos períodos de vigilia

Pese a la naturalidad de este fenómeno, la mayoría de la gente no utiliza estos lapsos de vigilia para meditar y relajarse de manera activa, como se supone que deberíamos. Contrariamente, nos obsesionamos sobre los efectos negativos que esta vigilia nos va a provocar: ¿Podré concentrarme en el examen de mañana? ¿Cómo aguantaré todo un día de trabajo durmiendo sólo cuatro horas? Este exceso de preocupación deriva en ansiedad, complicando mucho más la relajación deseada, por lo que seguimos alimentando este ciclo vicioso hasta que, cuando menos lo esperamos, suena el despertador, dando el pistoletazo de salida a un día para el que no nos sentimos preparados.

¿Me levanto de la cama o me quedo dando vueltas entre las sábanas?

En el caso de los despertares precoces, los cuáles empiezan a ser preocupantes cuando ocurren tres o más veces por semana, la gente suele cometer varios errores que empeoran la situación. Una de las mayores dudas es si es mejor salir de la cama o, de lo contrario, deberíamos permanecer en ella para que el sueño, cuando quiera que venga, nos pille tumbados.

Las directrices son claras: lo mejor es salir de la cama y de la habitación, y procurar realizar una de las actividades relajantes mencionadas bajo una luz tenue. Como os contábamos en nuestro post anterior, hay una serie de técnicas que podemos realizar para relajar el cuerpo y la mente en estos trances, y poder descansar, fragmentadas o no, durante las horas necesarias.

Al cabo de una media hora, intentaremos volver a la cama para caer rendidos, aunque si no hay suerte, podemos repetir el proceso. Sólo si faltan unas pocas horas para despertar interrumpiremos este ciclo, siendo aconsejable levantarse y, simplemente, empezar nuestro día.

¿Es cierto que los dispositivos digitales agravan la vigilia?

Si bien no es su uso lo que nos impide dormir, es cierto que hay algunos factores que influyen negativamente a la hora de conseguir descansar de nuevo. La luz azul, blanca y verde inhiben la melatonina, por lo que nos dificultan aún más el descanso. Es por eso que si nos apetece usar el móvil, la tableta o mirar la televisión, es recomendable usar aplicaciones o configurar la imagen para que los colores tiendan más al rojo.

Me desperté en mitad de la noche y no pude volver a dormir. ¿Qué hago hoy?

A pesar de todos estos consejos, la relajación y la inducción al sueño no es una ciencia cierta: puedes seguir a rajatabla todas las indicaciones y a pesar de todo, pasar la noche en vela. Así que cuando te despiertes con los ojos rojos, arrastrando los pies hasta el baño y rezando para que el café te dé lo que la noche no te ha regalado, es probable que planees recuperar tu vitalidad con una siesta sin límites.

¡No lo hagas! Estos patrones de compensación suelen darse por desesperación y cansancio, pero lo único que logran es hacer crónico el insomnio. Al alterar nuestros hábitos de sueño, lograremos llegar a la noche sin estar cansados, por lo que el ciclo se repetirá una vez más. Es recomendable “aguantar el tirón”, pasar el día de la mejor forma que se pueda, cuidando que nuestro estilo de vida en general (nuestra dieta, el deporte que practicamos…) vaya siempre alineado con el conseguimiento del objetivo de un mejor sueño.

¡Que tengas un feliz descanso (interrumpido o no)!