
Durante la infancia, prácticamente el lugar donde nos sentimos más seguros es en casa. Las calles son frías y están repletas de personas extrañas, algunos compañeros no nos caen bien, los profesores se enfadan de vez en cuando… Nuestros padres siempre son el refugio más esperado. No obstante, en el hogar también tenemos temores. De hecho, uno de los más frecuentes es el miedo a la oscuridad, que nos priva del sueño y genera consecuencias negativas para nuestro cuerpo y nuestra mente. Esta fobia es el gran enemigo de los más pequeños, que no son capaces de pegar ojo sin una lámpara encendida. El miedo a la oscuridad, a las tinieblas, desata la imaginación de los niños y los conduce a un mundo lleno de monstruos. ¿Cómo afecta al sueño? ¿Es posible hacerlo desaparecer?
El miedo a la oscuridad suele surgir a partir de los 18 meses de vida y es más habitual entre los 3 y 4 años de edad. Numerosos científicos explican que se trata de un temor evolutivo, es decir, que no deja de ser normal en el desarrollo de los pequeños. No obstante, cuando perdura en el tiempo deben empezar nuestras preocupaciones: si se extiende más allá de los 8 o 9 años, podemos estar hablando de un verdadero trastorno. A la fobia irracional a las tinieblas la conocemos como nictofobia o escotofobia. ¿Cómo podemos combatirla desde edades tempranas? Te damos algunas pistas:
- Jugar a oscuras: para vencer el miedo a la oscuridad, lo mejor que podemos hacer es reírnos a costa de ella. Los padres pueden planear juegos que impliquen vendarse los ojos, como la gallinita ciega o contar cuentos en la penumbra. De hecho, los expertos consideran que son la base de todo tratamiento contra esta fobia.
- No encender la luz: a veces podemos pensar que dejar una pequeña luz encendida puede ser la solución a todos sus tormentos, pero no es así. Lo único que conseguimos es acrecentar la fobia y reducir las posibilidades de superación. Si el pequeño se acostumbra a dormir con la luz encendida, va a tener miedo a la oscuridad durante toda su vida.
- Evitar objetos que induzcan el miedo: muy a menudo los niños asocian el terror con determinados objetos. Que te ayuden a identificarlos y aléjalos de su vista.
- Demostrarles que la casa es segura: los niños suelen identificar unos lugares concretos de la casa con el miedo. Dar un paseo con ellos y enseñarles que no hay nada que temer también es una buena idea.
¡Esperamos que estos consejos te sirvan de ayuda!