¿Por qué con los años dormimos menos?

¿Por qué con los años dormimos menos?

Los hábitos y necesidades de las personas sufren cambios, evolucionan, a lo largo del tiempo. Con el paso de los años, nuestro cuerpo necesita más hidratación, ejercicio físico leve, más atención médica, más precaución con según qué alimentos… Y algunos creen que también necesita menos horas de sueño.

Seguramente ya lo habrás notado: abuelos, padres o incluso tú mismo necesitas cada vez menos horas para descansar y sentirte fresco. Pero la explicación de este fenómeno es totalmente distinta: no es que nuestro organismo requiera una menor cantidad de horas para regenerarse, sino que, a medida que nos hacemos mayores, hombres y mujeres somos más propensos a padecer problemas de sueño. Así es como lo afirmó Line Kessel, del Departamento de Oftalmología del Hospital Glostrup de Dinamarca, al diario El Mundo.

“El ciclo de vigilia-sueño así como el bienestar general y muchas otras funciones biológicas importantes están estrechamente relacionadas con el ritmo circadiano. El ritmo se regula por el cerebro que libera melatonina (una hormona) al torrente sanguíneo como reacción a la oscuridad, y que es la que induce el sueño, reduce la tensión arterial y la temperatura corporal”, explicó la experta. ¿Y qué tiene que ver el ritmo circadiano con los problemas de sueño? Pues bien, según afirmó Kessel, la regulación de este proceso se lleva a cabo a través de la retina, que recibe una luz azul que induce el sueño. Con el paso de los años, el cristalino, que se encuentra justo enfrente de la retina, se amarillenta y no deja que la luz azul alcance la retina con nitidez y sin obstáculos. A estas conclusiones llegó la experta junto a otros investigadores, puesto que realizaron un estudio a 970 personas unos años atrás. Pero no han sido los únicos que lo han probado.

En julio de 2014, un estudio realizado por el Beth Israel Deaconess Medical Center (BIDMC) y la Universidad de Toronto demostró que existen otras enfermedades que, asociadas con la edad, inducen los problemas de sueño. Es el caso de la disfunción cognitiva, la presión arterial alta, la enfermedad vascular y la disposición a la diabetes de tipo 2. Añadieron, además, que la pérdida y la fragmentación del sueño son más probables entre los ancianos y los enfermos de Alzheimer. Esta parte de la población muestra menos estados de sueño profundo y, entonces, se despierta por la noche con mucha más frecuencia. Como vemos, en la juventud parece y es mucho más fácil quedarse dormido al instante y tener un sueño reparador. El descanso es más liviano y los desórdenes no son nada habituales.