Partimos de la base que la luz actúa como un “despertador” y hace que nuestro cuerpo se active al percibir que ya es hora de empezar un nuevo día. De modo que sí, la luz influye en nuestro descanso y es algo que deberíamos tener en cuenta a la hora de irnos a dormir.
Esto quiere decir que, por mucho que nos guste tener grandes ventanales en casa por los que se cuele la luz a raudales, no bajar las persianas al acostarnos no sería lo más conveniente si queremos huir del sueño ligero –si así lo tienes, no te pierdas estos 5 consejos para que tu sueño sea más profundo–.
Sin embargo, la luz natural del día no es la única que puede interrumpir nuestro sueño. A veces es una farola de la calle, una luz encendida en el pasillo de casa o, incluso, la pantalla de nuestro teléfono móvil.
Es cierto que no todos somos igual de sensibles a los focos de luz. Por ejemplo, mientras la mayoría de nosotros estamos acostumbrados a dormir en total oscuridad, en los países nórdicos no existen cortinas ni persianas que cubran las ventanas. De hecho, se podría decir que somos los únicos europeos obsesionados en ocultarnos de la luz y son varios los estudios que nos dan la razón: para dormir en las mejores condiciones el cuerpo humano necesita oscuridad total.
¿Qué efectos tiene dormir con la luz encendida?
Si ahora mismo te estás preguntando cuáles son las consecuencias de dormir con demasiada luz, en primer lugar, debes tener en cuenta que el ambiente en el que dormirnos influirá no solo en la calidad de nuestro sueño, también en nuestra energía a la hora de afrontar el día siguiente.
En cuanto a dormir, dejar que la luz se cuele en nuestro dormitorio puede tener varias consecuencias: como alterar nuestros ritmos circadianos, interrumpir la producción de melatonina –la hormona inductora del sueño–, prolongar el tiempo que tardamos en conciliar el sueño y, como decíamos, reducir la carga de energía.
La falta de descanso –o una cierta irregularidad en el mismo– en algunos casos puede, además, derivar en otros problemas de salud como, por ejemplo, obesidad o diabetes.
Un estudio de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) publicado en la revista BioEssays establece que la luz provoca una alteración circadiana que afecta a los sistemas del cerebro que regulan el metabolismo.
La solución…
Puede que algunos de los que nos estéis leyendo necesitéis la luz incluso para coger el sueño –un clásico es dejar la televisión encendida hasta quedarnos dormidos–. Sin embargo, sí conviene tomar algunas medidas para reducir su impacto y ayudarnos a dormir mejor. Para ello nos fijamos en las recomendaciones que hacen desde la Sociedad Española del Sueño:
- Hacer détox digital para dormir mejor. Al menos, dos horas antes de acostarnos. Esto implica despedirse de cualquier aparato electrónico –incluidos ebooks y televisores–.
- Asegurarnos de que reina la máxima oscuridad. Para ello es clave correr cortina y bajar las persianas o, en su defecto, recurrir al antifaz.
- Si necesitamos una luz, que sea roja. Existen programas que permiten cambiar el espectro de emisión de luz de nuestros dispositivos electrónicos del azul/verde al amarillo/rojo, menos agresivo contra la hormona del descanso.