¿Por qué nos cuesta tanto levantarnos por la mañana?

¿Por qué nos cuesta tanto levantarnos por la mañana?

Cuando un compañero llega tarde al trabajo y lanza una mirada al reloj apurado, es probable que alguien le diga eso de «se te han pegado las sábanas». Detrás del hecho anecdótico, que seguramente se repite con frecuencia en diversas empresas, puede que a las personas a las que esto les ocurre con más frecuencia de la habitual, sufran de un problema que les impide realizar una transición más o menos rápida entre el sueño y la vigilia que les permita salir de la cama a tiempo.

Cuando este letargo va a mayores, recibe el nombre de dysania.  Y es que, aunque todos sufrimos esta dificultad para salir de la cama alguna que otra vez, hay personas que lo viven constantemente y de forma extrema. Es decir, cada mañana, cuando intentamos despertarnos y empezar nuestro día algo en nuestro interior nos lo impide. El sueño y el cansancio nos invaden y salir de la cama se torna casi imposible. Cuando se da esta circunstancia es síntoma de que algo en nuestro organismo no marcha bien, ya sea a nivel emocional o físico.

De hecho, en casos extremos, la dysania puede llegar a manifestarse con un férreo deseo de permanecer en la cama todo el tiempo. De hecho, algunos expertos lo vinculan a la depresión o la fatiga crónica.

En cualquier caso, como decimos, se trata de un problema que tiene grados. El problema de no poder levantarnos rápidamente y retrasar una y otra vez la alarma del móvil es que se convierte en un círculo vicioso.

Porque cuando nos despertamos de forma natural, hemos culminado nuestro sueño y estamos satisfechos y descansados y podemos disfrutar de todos los beneficios de ser una persona madrugadora. Sin embargo, cuando nos despertamos y fraccionamos nuestro sueño no solo nos estaremos privando de un sueño reparador, además, sentiremos somnolencia y nos faltará energía para afrontar el resto del día.

Cómo combatirlo

La clave para superar este letargo que nos invade por las mañanas está en nuestros hábitos y comportamientos. Son nuestras actividades diarias las que determinarán qué tiempo de descanso necesitamos y qué tiempo de estar activos. El estrés, el trabajo bajo presión o realizar una actividad física insuficiente son algunos de los factores que pueden repercutir en tus horas de sueño.

Por ello, si quieres esquivarlo y despertarte sin pulsar ni una sola vez la tecla de posponer de tu teléfono móvil deberías:

  • Mantener unos horarios de sueño y vigilia regulares.
  • No tomar estimulantes horas antes de acostarte y, en la medida de lo posible, tampoco sustancias sedantes.
  • Garantizar que en tu dormitorio existen unas condiciones confortables para dormir en cuanto a temperatura, almohada, ambiente…
  • No exponerte a una luz intensa por las noches y protegerte de la luz del sol por las mañanas.
  • Animarte a hacer deporte a primera hora del día. Es bueno para tu organismo y el compromiso contigo mismo te ayudará a despertarte.