Puede que estés deseando que lleguen las fiestas para desconectar del estrés de tu día a día en la oficina y rendirte a unos días de relajación y tranquilidad sin pensar en fechas de entrega, reuniones ni horarios. Sin embargo, en estas fechas, muchos sufren más agobio y nervios que si estuvieran trabajando y ya sabemos que esto altera nuestro sueño.
En cifras, según los expertos, 6 de cada 10 adultos sufrirá alguna situación de estrés y ansiedad en Navidad.
La culpa de este estrés navideño la tienen el exceso de compromisos familiares, los infinitos preparativos e incluso la compra de regalos, por la ansiedad que nos puede llegar a generar el no encontrar ese juguete que tanto nos han pedido nuestros hijos y está agotado ahí donde vas.
1. Modera las comidas
En Navidad, mantener una dieta saludable es un poco más complicado ya que multiplicamos nuestras salidas a restaurantes o casas de amigos y familiares en los que no podemos controlar qué se cocina. La solución pasa por intentar compensar el resto de días. Prioriza las verduras, las hortalizas, el pescado y otros alimentos que te ayudarán a dormir. Tu estómago lo agradecerá.
2. No abandones el ejercicio
El deporte tiene mucho de terapéutico así que es muy recomendable no abandonar nuestra rutina de ejercicio por muchos compromisos navideños que tengamos. Salir a correr, seguir acudiendo a tu clase de spinning o simplemente dar un paseo tras las comidas, la clave está en no quedarse quieto.
3. Evita las colas
Cada año nos prometemos que compraremos los regalos y el menú de Navidad con antelación y cada año nos acaba pasando lo mismo: compramos en el último momento. Si tienes unos nervios a prueba de fuego no pasa nada, pero siempre es mejor adelantarnos. La comida se puede congelar y muchas tiendas amplían el plazo para cambios y devoluciones. Así que no hay excusas, las colas dejarán de ser motivo de estrés en Navidad.
4. Haya paz
Puede que te toque cenar con tu cuñado –sí, ese que no te cae del todo bien– o que no tengas las mismas ideas políticas que tu prima, pero, ¿en serio crees que la cena de Navidad el mejor momento para debatir vuestras diferencias? Evita discusiones comprometidas y opta por temas amables y distendidos. Concédete una cena tranquila.
5. Reserva rato para ti
Cuando llega la Navidad, llegan también nuestros padres, hermanos, sus hijos y hasta algún amigo. De pronto tu casa, tu refugio, deja de serlo. No por eso debes renunciar a estar a solas. Sal a dar una vuelta, aíslate un rato a leer, ves a hacer la compra si eso te relaja… El plan no importa, la clave es que te ayude a desconectar de los demás.
6. Baja el nivel de exigencia
No eres un chef tres estrellas Michelin que van a puntuar por el menú que sirva en Navidad, ni tienes que acertar con los 12 regalos que te tocaba hacer este año. Relájate, recuerda que la perfección no nos hace más felices y preocúpate por crear momentos inolvidables para todos tus seres queridos.
7. Disfruta, sí o sí
Es cierto, no todos tendremos la suerte de pasar las fiestas en el sitio en el que nos gustaría y arropados por nuestros seres queridos. De nada te servirá lamentarte. Celebra las fiestas de la mejor manera que puedas, rodéate de tus personas favoritas en ese momento y, si por lo que sea, no puedes celebrar, no pierdas la calma. El año que viene estas fiestas se repetirán.
8. Fija un presupuesto
El dinero es uno de los principales motivos para sufrir estrés en Navidad. Varios estudios prevén que el gasto medio por familia superará los 680 euros estas navidades. ¿Quieres ahorrar? Fíjate un presupuesto –razonable– y no te lo saltes. Puede que dudes cuando veas ese coche teledirigido que tanto te pedía tu hijo, pero seguro que él es feliz con los otros regalos que ya le has comprado.
9. Pasa tiempo con los más pequeños
Los niños también sufren bastante estrés en Navidad, aunque en su caso es consecuencia de los nervios que sienten por la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos. También, les pone nerviosos la inactividad. Si en tu familia hay niños, juega con ellos y dedícales tiempo, ambos lo agradeceréis.
10. Comparte tareas
Nadie es capaz de hacerlo todo solo. Si quieres rehuir el estrés necesitarás repartir responsabilidades y funciones. Si tú te encargas de preparar la cena de Navidad, deja que otro miembro de tu familia haga lo propio con la comida de Noche buena. Lo mismo con los gastos o tareas del hogar.