El misterio del momento en que te quedas dormido

El misterio del momento en que te quedas dormido

Existe un instante, de pocos segundos de duración, que apresa nuestra mente en un estado de vigila soñolienta.
Cuando nos metemos en la cama, nuestra cabeza se pierde en nuestros pensamientos hasta que ya nada tiene sentido: has empezado recordando un momento feliz con tu familia, pero ahora en la escena han aparecido caballos, amigos de la infancia y el cielo se ha vuelto violeta. Es en este punto cuando afloran las virtudes creativas y espirituales del sueño; abandonamos el control del cuerpo y nos perdemos en un universo de criaturas y fantasías que escapan a la razón. Durante esta fase mantenemos una ligera conciencia, pero empezamos a sumergirnos en las profundidades del descanso. Nos encontramos entre dos mundos, un punto que los expertos denominan “estado hipnagógico” (que lleva al sueño) y en el que se producen alucinaciones auditivas, visuales o táctiles.

La palabra hipnagógico significa ese tránsito entre la vigilia y el sueño. Las alucinaciones suelen ser más frecuentes en niños de entre 6 y 15 años de edad, pero en muchos casos pueden alargarse y permanecer hasta en la edad adulta. A menudo tienen relación con vivencias del día anterior y son fácilmente olvidadizas: no las recordamos cuando nos despertamos. Las imágenes y sensaciones que producen estas alucinaciones se alejan totalmente de la realidad y, por ello, algunas personas creen que, cuando las experimentan, están sufriendo una experiencia paranormal. De hecho, en pleno estado hipnagógico, algunos incluso pueden creer que seres extraños (algo o alguien) les están impidiendo moverse o hablar. ¿Nunca te ha pasado que eres incapaz de articular palabra en tus sueños, pero crees que estás en el mundo real? ¿O que no puedes abrir los ojos y despertarte? El misterio puede a veces hacerte sufrir…

Sin embargo, debemos alcanzar el estado de sueño hipnagógico para quedarnos dormidos. Para conseguirlo, lo primero que tienes que hacer es relajarte completamente, enfocarte en destensar todos los músculos del cuerpo y en desviar la mente hacia algún pensamiento o recuerdo agradable. La capacidad de liberación del cuerpo irá mejorando poco a poco hasta que llegues a una fase de profunda relajación. ¿Y luego qué?

  1. Sigue concentrado con el movimiento de tu respiración y aprecia cómo se aparecen imágenes extrañas e intrusas en tus pensamientos. Si quieres sumirte en un sueño profundo, sigue estas imágenes y déjate perder en ellas. Si sólo quieres hacer una pequeña siesta y descansar en un sueño lúcido, mantente alerta: concéntrate en algo terrenal.
  2. Colores brillantes y figuras abstractas se pasean por tus pupilas. Posiblemente en esta fase ya estarás tan dentro de un sueño del que apenas podrás salir. Pero si, de lo contrario, observas estas formas con tranquilidad y mantienes la mente enfocada en tu propósito de permanecer consciente, vas a lograr este descanso lúcido que necesitas.